Aquí estoy nuevamente.
Acá intento retomar lo que alguna vez fue.
Aspiro a lograr expresarme otra vez. Sin destinatario, sin a
quién dirigirme excepto a mí.
Hartos años han pasado, hartas cosas he vivido. Muchas de
ellas hubieran sido dignas de un post, pero no lo fueron, no llegaron a ser
escritas. Tal vez la memoria las rescate en algún momento si consigo perseverar
y recuperar este hábito, si recobro lo que me motivaba a escribir.
Mis aspiraciones literarias blogueras nunca fueron más allá
de un pataleo vivencial, una necesidad de dejar salir lo que no tenía otro
canal. Tal vez por eso este espacio, casi panfletario y perdido en las miles de
páginas web que existen olvidadas por sus creadores, ha permanecido aquí, expuesta,
indefensa a la vista de cualquiera, abandonada pero no olvidada, siendo siempre
un referente de quién alguna vez fui, de lo que me emocionaba, confundía o
motivaba. Así fue que hubo un momento en que este espacio significó mucho para
mí, imagino que la soledad te hace necesitar de alguna manera de transmitir,
aunque sea como ese viejo loco que le guita al viento.
Hoy hay muchas cosas que se conjugan en esta reaparición:
eventos, sucesos, accidentes, pérdidas, penas, necesidades, descubrimientos y
nuevas esperanzas; cada una de ellas me han empujado, casi obligado, a volver
al menos a intentarlo nuevamente.
Desde hace un tiempo atrás que me estuve acordando de este
medio, diversas cosas me acercaron a lo que alguna vez escribí, primero fue el
leer una historia escrita por un amigo, una novela en desarrollo, que me hizo
envidiar su manera de expresarse. Le mencioné lo que fue este pasquín web y osé
darle el link. ¿Cómo remotamente pude comparar ambas escrituras? No se puede, únicamente
porque ésta significaba harto para mí. Su feedback fue alentador y animándome a
hacer algo con esto.
Hace cosa de un mes atrás fui solo a ver una presentación de
Danza al GAM, saliendo me contacté con un amigo con el que siempre mantuve
contacto lejano, de conversaciones profundas y serias, pero lejano en lo
cotidiano. Nos juntamos a comer y beber junto a una amiga suya y nuevamente
sacó a relucir este blog. Él siempre me criticó el haberlo dejado y decía que
mi estilo le recordaba mucho a la escritura de Alejandro Zambra. Nunca le había
leído y por curiosidad compré un libro de él tiempo atrás para ver a qué se
refería pero estaba por ahí, abandonado e inconcluso. Esa noche nos reímos y
bebimos hasta muy tarde, hasta que volví a la realidad que en esos días estaba
evitando.
El día siguiente de vernos retomé el libro y leí completo La
Vida Privada de los Árboles, con atención y cierta distancia, tratando de
analizar en qué se supone que me parezco y adormecido en el asimilarlo por mis
propias circunstancias personales, hasta que llegué al significado y
trascendencia de la escritura de Ernesto, me conecté y lloré.
Los días siguientes estaba ansioso por comentarle mis
impresiones y reflejo de la escritura pero nunca coincidimos y, bueno, lo dejé
pendiente para cuando volviéramos a vernos porque en lo particular iba a tener
una semana especialmente dura en lo personal.
A veces, y en la
medida de lo posible, uno trata de prepararse emocionalmente para sortear eventos
difíciles, sin embargo pero nada te puede preparar realmente para lo que puede
realmente ocurrir o que estos y otros tantos vengan como una ola que se suma a
otra y a otra y a otra, aumentando el volumen del agua que simplemente te pasa
por encima sacudiéndote en el fondo mientras aguantas la respiración esperando
que se aleje sobre tu cabeza.
A los días de haber
dejado pendiente el comentarle mis impresiones leí unos comentarios algo
extraños y muy perturbadores en Facebook, primero interpreté como una broma o
más bien elegí interpretarlo así puesto que darle algo de crédito era algo no
quería enfrentar hasta que los comentarios no pudieron seguir siendo ignorados,
las notas y mensajes de cariño y despedida eran muy elocuentes. Contacté a su
amiga que había conocido en El Toro esa noche y me confirmó lo que suponía.
Es verdad que no llegamos a ser muy cercanos, cosa que
lamento mucho, pero a pesar de eso sí me dejó con una fuerte sensación de
pérdida que se sumó a otras mucho más directas y personales: la concreción
definitiva de la separación de mi relación de pareja y la muerte de una de mis
mascotas en un accidente absurdo e injustificado. Como la ola que se acumula y te
pasa por encima, una vez que se aleja puedes volver a respirar a la superficie,
el nuevo aire que renueva el que contuviste bajo el agua llena tus pulmones con
la verdad de descubrir tus errores y el dolor de saber que hay cosas que dejaste
de hacer o pudiste haber hecho mejor, en tu relación de pareja, en las
amistades que postergaste o el tiempo que le diste a tu mascota, el darte
cuenta que el tiempo pasa y por más que tengas intenciones de reforzar un
vínculo y decir "ahora sí" las oportunidades o el tiempo para ello se
pueden haber perdido.
Esta es una nueva etapa para mí, siendo más consciente
-espero- y valorando más las cosas y las personas, los tiempos y los vínculos.
Confío hacer las cosas mejor ahora.
En lo particular, Digadiel, voy a seguir tu consejo y
trataré de retomar este blog, no lo hice a tiempo con tu amistad, pero quiero
que sepas que sí dejaste una huella en mí y que este post es para ti. Lo que
sigue más delante para mí será algo en lo que no podré contar con tu comentario
y consejo, pero haré como si me siguieras leyendo mientras veo qué pasa conmigo y qué nuevos pasos seguiré.