jueves, junio 30, 2005

Poema prestado

Esto no es de mi autoría, es de un amigo que al parecer aún no se anima a publicar lo suyo, a ver si pronto lo hace

Deseo

Hubo un papel que deseó
tener sobre él letras,
entonces, accedí.
No quise negarme al lápiz
que quería derramar su tinta
sobre una hoja en blanco.
Accedí a delinear palabras
que seres que no conozco
leerán algún día, también sin querer.
No supe decir que no
a las ideas imprecisas y oprimidas,
que anhelaban salir y plasmarse
en algún lugar seguro,
donde ya no fueran puestas en duda,
sino donde, simplemente, fueran.
Accedí creyendo que era yo quien deseaba,
como cuando camino
pensando, ilusamente,
que quiero llegar hasta ti,
desconociendo que es el piso
el que sopla mis zapatos
porque cree que son hojas
que cayeron sobre él.
Accedí creyendo que era yo quien deseaba.
Como cuando pienso que sonrío
porque estoy feliz
ignorando que es mi pena
la que se cansa de estar presente
y busca reemplazo por un momento.
Como cuando doy la mano a un amigo
creyendo que es un saludo
y desconozco que son mis manos
las que buscan huir
fundiéndose con otras
que no las obliguen a escribir.
Como a tantas cosas, accedí.
Como a levantarme,
ignorando que hay una ducha que desea
vaciar el agua de toda una noche
y una tolla sedienta que luego la bebe de mí.
Como cuando me miro al espejo,
a la fuerza, porque creo que necesito
saber si sigo siendo el mismo
o tal vez porque aspiro a que haya otro,
sin embargo desconozco que es ése,
el que está detrás,
quien teme que el que se mira
se vaya a quebrar.
Accedí, creyendo que era yo quien deseaba.
Como cuando respiro,
Porque pienso que mis pulmones quieren aire,
y no sabía que es el aire
quien quiere saber como son mis pulmones,
y no le gustan, y entonces se va.
Como cuando vivo,
creyendo que es porque quiero,
y no sé que es la muerte quien
me desprecia creyendo que no me desea.
Accedí, creyendo que era yo quien deseaba.
Como cuando te busco con mi ojos entre la gente,
pensando que es porque te necesito,
y no me doy cuenta de que son los ojos del resto
los que no quieren saludar a los míos
y entonces los desvían hacia ti,
para que entonces, tú, cierres tus ojos
creyendo que es porque no me quieres,
sin saber que son tus pestañas
las que quieren juntarse
a conversar de rimel con las del piso inferior.
Accedí, creyendo que era yo quien deseaba.
Como cuando beso creo que es mi boca
la que quiere acercarse a otra
y no me doy cuenta de que son aquellos labios
los que buscan una almohada
donde tumbarse a dormir.
Accedí, creyendo que era yo quien deseaba,
Pero no soy yo quien desea,
ni creo que sea algo que hagan los humanos.
Sólo somos quienes creemos desear
los deseos que los otros desean que deseemos.
Ahora el otro desea que escriba,

ahora desea que no.

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